martes, noviembre 28, 2006

lost-pin_m


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Originally uploaded by licanc.
Una foto perdida en el sur de Argentina

Los computadores no pueden llorar

Yo sabía que no eras humano, que si bien tu apariencia lógica y cordial emergían en el momento oportuno, habían sido programadas y repetidas varias veces hasta eficientemente funcionar.

Me confundí con el logo que usabas de RCA Víctor, ¿recuerdas?.... ese que tenía el perrito y la vitrola... despertaste de mi memoria elementos y estos por fin tuvieron retorno y pudieron encontrar caminos no conocidos en la mente y como sentimientos.

Ahora que no soy inmune a las epidemias de la ciudad, sabes, descubrí que ya no hay trenes, ni tranvías, ni calles de melancolía. Sobre los rieles no me puedo sentar, porque se está construyendo una carretera sin autostop, donde no habrá luces de neón, pero si esquinas donde beber con una magdalena, ¿que más nos queda?

Una vez me preguntaste a que saben los besos no dados y yo sin vacilar respondí “a fierro”, al metal de la carcasa con la cual estás construido y al ataúd que adquiriste con las migajas de tu bolsillo el día que decidiste darte sepultura. Ni siquiera te concedo que no sabían a nada, como el gran descubrimiento de un fin de siglo lleno de ruido.

Te imaginé en la mitad del concierto, dispuesto a oír la música que nos hacía cómplices, y que sin embargo, la cambiarías por cualquiera, sin arrepentimiento y buscando un nuevo encanto. Te imaginé con una levita marrón por fin riendo con el asombro del primer paso y esperando a que se apagaran las luces para que comenzara la función de tu vida.

Pero olvidé que no eres humano; que no tenías boca para besar, ni memoria emotiva, ni cuerpo para sepultarte, ni levita marrón, ni lágrimas para llorar.

Me olvidé que no habías nacido, aunque amabas el vientre maternal, el útero primero. Y si bien no entendí en un comienzo la necesidad que tenías de cortar el cordón umbilical con tus propias manos y lanzar el hálito de vida con lágrimas concientes y profundas, hoy sí lo veo claramente, no eres humano y nunca pudiste llorar.

Entendí que sólo pueden llorar los que están fluyendo dentro de sí; sino seríamos pantanos pegajosos o simplemente, como en tu caso, un lubricante viscoso para no agotar las partes y piezas de tu engranaje.

Siempre te sentiste cómodo con la virtualidad de los bits, porque no eres humano. No me preguntaste si había otra forma de vida que no fuesen esas cuatro paredes. La verdad es que yo sabía que no eras humano, pero no me atrevía a decirte la verdad. Y suponía que tu te dabas cuenta que se pueden construir nuevos mundos.

¿Te molesta mi pedantería?... ¿te molesta mi iteración grosera? Ya ves lo mañosos que somos los que podemos verborrear; sin previo aviso, más aun sin razón aparente, se nos acaba la paciencia y la tolerancia y explotamos, diciendo ya no somos felices. Podemos detenernos y tomar decisiones sobre el presente y el futuro, con lo todo incierto que eso pueda llegar a ser.

No te dejo ir, como podría ser mi actitud contemplativa, sino más bien me adelanto a tus profecías auto cumplidas de abandono. Hay un discurso y un programa para experimentar “duelo por mi” versión 1, 2 y 3. Y está claro que este programa lo conoces y lo seguirás utilizando.

Tú seguirás siendo cordial y la red expandiendo sus bits para tu deleite; continuarás viendo la carcasa que necesita una limpiada de polvo; y hasta yo podré encontrar las leyendas orales cubiertas de telarañas, que corrían el riesgo de caer en el olvido. ¿Eso sería un equivalente a la felicidad y justificará el tiempo recobrado?

Para mi no, debo rebobinarme, porque me estoy convirtiendo en un autómata. No hay libido en la lógica asociativa ni en la concatenación de caracteres, aun cuando lo explican y hasta representan. Y me sigo perdiendo entre lo real y lo proyectado, y cada vez son menos las gotas de amor que logro licuar del rocío nocturno.

Mis espinas crecieron hacia adentro, y estoy contento de que perforen mis entrañas; porque a pesar de todo fluye mi líquido de humanidad. Mis orines teñidos de sangre me hacen recordar que lo que no germina, el cuerpo lo debe expulsar. Y hoy te expulso, con toda la frialdad de haberte amado, sabiendo que no eras humano.

27 de noviembre de 2006

lunes, noviembre 20, 2006

Los pachachos - Quebrada del Jerez

Hace más de una década, recorrí por primera vez el desierto de Atacama y sus oasis. Fue una experiencia de vida y fotográficamente hablando, que la recuerdo con mucho agrado.
En un pueblo llamado Toconao, que su curso de agua está en la Quebrada del Jerez, como se puede apreciar en la foto, la llaman el paraiso terrenal.
Un hombre, se me acercó en un bar a conversar y compartió conmigo este poema, que transcribo:

"Llevo en el alma escondida
un pachachito travieso
y un duquesito alegre
para saltar de contento.

Toconao es mi tierra
rincón perdido es tu nombre,
con alegría le canto
al pachachito travieso.

Por el mago me conocen
Juan Troncoso es mi nombre
el día que yo me muera
alegre me voy al cielo,
si no me reciben allá,
contento entro al infierno."

Los pachachos forman parte de la tradición de la zona, quizás un mito escrito en algún libro que pronto ubicaré. En el lenguaje de hoy se está perdiendo esta palabra, que se usa como apodo para las personas , de baja estatura , robustas y piernas cortas , notoriamente arqueadas . Queda pendiente el mito.