domingo, julio 05, 2009

En demoliciones

No ha quedado otra que volver a derribar para ver si esta vez la estructura se sustenta por si sóla.

En algún momento los nuevos planos se veían esperanzadores, al menos con la ilusión de que se podría utilizar el espacio-tiempo para olvidar la construcción antigua, que ya con cal, alquitrán y un sin fin de odio aún sigue ahí revelándose como si se negara a desaparecer.

Si ya el pasado no vale, de verdad que no vale.... ni los pasos que avancé, ni mis intervenciones expuestas de puerta a puerta lograron más que sólo anestesiar y dar tiempo a un nuevo diagnóstico. Lleno de diagnósticos y planos sigo acá en la calle 7.
Y las visitas anduvieron por acá, demostraron ser tan patéticas como yo, incapaces de permancer por por estos barrios en forma íntegra. Así que la emigración se ve a cada rato, como las ratas de un barco que se aproxima a zozobrar.
Y hoy que finalicé mi proyecto de fragmentación, lamentablemente sólo logro ser visto por partes y pedazos, inservibles e inútiles, que más bien podrían dar lástima.
Y aún así me rio en la calle, aún así a veces conservo los planos originales, por si fueran de utilidad. Las endorfinas realmente son las drogas de la felicidad.