viernes, febrero 27, 2009

El libro de la selva

En mis vacaciones tuve la ocasión de conocer la selva panameña, llegando al último pueblo que aparece en el mapa carretero de la accidentada Panamericana, donde Yaviza es el inicio del único punto donde se interrumpe este corredor terrestre.
Si bien no me quedé a dormir en Yaviza, a los días un recuerdo antiguo comenzó a buscar forma dentro de mi cabeza. Era de una novela que había leído hace demasiado tiempo y que tenía olvidada, que de alguna forma me evocaba el lugar. Sólo pude recordar un par de imágenes del libro y efectivamente así sentía a Yaviza: un puerto dentro de la selva con los excesos y la presencia de personajes extremos que sólo se encuentran en lugares míticos. Unas pocas calles, muchos vehículos y piraguas que intercambian mercancía, frente a la atenta mirada de la policía, más los comentarios de las religiosas misioneras del lugar, que aquel sector era un lugar de perdición, donde el dinero, los bananos y un bien muy considerado como la gasolina, conformaban una realidad única y particular.
Y yo no me atreví a fotografiar el lugar, ni siquiera a dormir en él, teniendo muy claro que era uno de los pocos extranjeros que andaban por la zona. Preferí la calma y la seguridad de Metetí para esperar el bus de vuelta a Panamá.
Finalmente buscando en google, el título de la novela de la selva que leí debe ser La Vorágine del colombiano José Eustasio Rivera, lectura obligatoria del colegio por lo menos de hace 20 años atrás y que de alguna forma se encargó de reaparecer en el presente, como lo han estado haciendo otras tantas varias cosas en este periodo.
Quizás hoy la selva no se traga a la gente como antaño, pero sigue teniendo esa potencia natural que fuera de toda consideración medioambientalista, nos hace recordar que en el hombre hay también instintos que desarrollar y que de alguna forma estos deberían tener alguna aplicación en la otra selva que nos toca vivir.
origen de la foto: http://www.flickr.com/photos/lhoriman/2797816408/