jueves, octubre 30, 2008

Hay palabras que sólo se leen con el corazón

A partir de mi último posteo en este sitio, conversé en virtual y en verbal con un par personas y todos coincidían en lo mismo. Mi último mensaje no había sido comprendido, ya sea porque el receptor tenía el cable desconectado o porque sencillamente no quiso leer las palabras por su contenido, sino que sólo por su forma, por cobardía o por pedantería. De hecho una amiga quería que escribiera una carta de desagravio indicando lo poco "polite" de la respuesta y me hizo un borrador en su perfecto inglés, el que finalmente no envié.
Y esto me ha dado vueltas por la cabeza por varios días y mi veredicto final fue que efectivamente eran ambas alternativas y eso le confirió al receptor cualidades negativas que hasta el momento no había querido otorgarle y que obviamente a mí me dolieron mucho, pero fueron un espacio desde donde poder justificarme para ignorarlo, al menos por un rato.
Finalmente ahora puedo darle forma a lo ocurrido, sintiendo que las cosas recibieron luz y logré que muchas situaciones tuviesen sentido.
Uno de mis amigos me mostró un mensaje de texto de la persona que ama. La persona en cuestión no es de habla española y su texto era como spanglish, pero la emoción con que mi amigo me señalaba el texto indicaba desde donde lo estaba leyendo.
Pero no sólo se aplica esta lectura desde el corazón de alguien que uno quiere o ama, sino que también se aplica desde quienes leen del alma e incluso del espíritu, como indico a continuación.
Una de las cosas que he admirado de mi amigo Luis es su capacidad de "entender" mis textos, situación que ha ocurrido permanentemente. De hecho cuando me comentó que estudiaría pedagogía lo miré con cara de "tu no sirves para eso, eres demasiado intelectual", pero ahora veo que lo que él tiene es una capacidad de ver las cosas desde "el esfuerzo con que la persona lo escribió" y no desde la gramática o la erudicción que aplica. Y eso es efectivamente mirar desde el alma y no desde la razón. Así que públicamente me retracto de mis palabras y creo Luis que serás un gran profesor.
Más ejemplos.... la Biblia no?.... claro, escrita por inspiración divina y estudiada por su forma y su etimología, pero el público objetivo de ella es la persona común y corriente. ¿Y como pueden leerla ellos, sino sólo desde su espíritu?
Un amigo anda inquieto y desesperado porque hay una persona que le gusta y él se ha negado sistemáticamente a enamorarse para evitar sufrir. Me comentaba también un mensaje de texto de esa persona y me preguntaba si habían indicios de que no sería rechazado cuando le dijera que sentía algo más que una amistad. Y pues claro, mi interpretación sería lineal y no desde el corazón, por lo que evité darle mi opinión. Lo lamentable es que por no haber querido ejercitar el músculo del corazón él hoy no tiene la sensibilidad de leer entre líneas y por lo visto parece ser una limitación importante en este momento.
El gran peligro de este tipo de lectura, porque obviamente las tiene, es que uno lea desde el corazón algo que la otra persona no lo escribió desde ahí. Uno puede construirse una gran fantasía amorosa, pero que no tenía ningún sustento. Lamentablemente también el corazón en estas circunstancias es sordo y aunque uno diga de todas las formas que no está creando lazos erótico-afectivos, la otra persona siga almacenándolos en su libro interior y finalmente cuando los hechos sean insostenibles, la relación amistosa se rompa del todo.
Bueno, después de todo esta crisis me está dando de a poco señales y enseñanzas que no esperaban y que efectivamente elijo agradecer. Gracias a las personas que han tenido la paciencia de estar ahí.

Origen de la foto: http://www.flickr.com/photos/psioniks/

martes, octubre 21, 2008

Me declaro en crisis

Así como un Gobierno declara que es necesario tomar acciones concretas para evitar un colapso financiero, yo también debo sincerarme y declararme en crisis.

Las especulaciones han sido tantas que se vuelven insostenibles, que el mercado futuro, que las promesas no dichas, que los cheques que no tenían fondos, en fin, todas y cada una de esas cosas, están siendo cuestionadas y revisadas.

El dolor, que mis consejeros no recomiendan, también enseña; y la rabia tan familiar en mí, aprovecha de dar sus lecciones en cualquier descuido. Sin embargo al parecer sólo están indicando que hay un tramo que recorrer aún antes de que las cosas se asienten en mí.

Mi médico me dice que le gustaría el examen sin los antiinflamatorios, aún cuando su ética profesional indica que las molestias deben ser evitadas, lo concreto, es que sería preferible posponerse en el estado de bienestar por un mejor diagnóstico, y al parecer no hay diagnósticos certeros sin el dolor de por medio.

No me había tocado vivir una crisis herido en el cuerpo y en el alma. Demasiado ruido, demasiados frentes para concentrarme en alguna pequeña batalla. Hoy di una, la primera, forzado a darla y terminé con dolor de estómago.

Pero no puedo seguir escribiéndote como si nada pasara, eligiendo cada palabra, sutilmente para no lastimarte o no tocar alguna fibra sensible tuya. Y tú, como haces con la comida, separas los elementos y respondes aquello que sólo informa y no dice nada de lo que eres y de lo que esperas. Y esos correos perfectos ya no los soporto. Escribiría desde el desgarro, desde la herida abierta que no sabe si es mejor amputarse o esperar la sutura reparadora, pero al menos recibe indicios de que no quedará suspendida en la indiferencia.

Probé un nuevo idioma, donde quizás lo pragmático de su poesía te permitiera las lecturas transversales que emanan permanentemente de mí. Y esa nueva misiva fue destruida por no cumplir su perfección gramatical, que ironía mostrarse vulnerable para que menosprecien tus esfuerzos. Un lapidario “sólo entendí el contexto general” fue suficiente para entender que esa misión había sido un rotundo fracaso.

Aún tengo ganas de escribir, como lo estoy haciendo ahora, pero ya no de escribirte. Así que algunos textos son lanzados dentro de este muro de los lamentos teniendo claro que ni si quieras recuerdas que este sitio existe y que te dije que yo escribía de vez en cuando por acá.

Ahora, en esta lectura desde la crisis y sus distorsiones, concluyo que he sido derrotado, incluso en batallas antiguas de las que no tenía registro. Y el problema fue que sólo por mi torpeza no me di cuenta que en las siguientes batallas yo iba perdido, incluso antes de comenzarlas. Y peor aún, para mí no eran batallas, era un intento amorfo de creer en el amor, aún cuando los hechos precisamente lo negaban.

Mis acciones están desvalorizadas por el tiempo y el tipo de instrumentos utilizados; además exijo paciencias que no se hasta cuando mis consejeros estén dispuestos a tolerar. Algunos huyeron, otros se desesperan y con otros me automarginé. He preferido esconderme en alguna catacumba para no seguir involucrando a gente en esta historia, que finalmente es la única que he podido construir.

Que no hay mal que dure cien años, que el corazón no entiende razones, que la risa es el mejor paliativo del alma, podría llenarme de frases y palabras. Por ahora debería comenzar por eliminar a los fantasmas que se presentaron a esta mesa de negociaciones y que solo están especulando con mi destino. El intervencionismo de las antiguas técnicas anulatorias está al acecho. Pero curiosamente he tenido la calma de no recurrir a la venta de mis activos para palear la crisis. No he decretado la quiebra, soy un poco más duro que eso.

lunes, octubre 06, 2008

Violencia transportada

Una de las tantas consecuencias no previstas del Transantiago, fue que la gente llevaría su idiosincracia arriba de los peldaños, lo que aumentado por el malestar general (la gente anda mal genio), ha hecho que poco a poco estallen algunos fenómenos bastante poco deseables.
Es cuestión de todos los días ver alguna muestra de violencia en los buses del transantiago ya sea porque el chofer no paró, no abrió la segunda puerta o entre pasajeros que se rozan o pisan al pasar. Los abuelos reclaman veladamente porque la gente joven no respeta siquiera los asientos naranjas, en fin. Y al parecer estas señales continuarán mientras las cosas sigan como están.
Sin embargo lo que más me complica es lo que he visto ya más de una vez arriba de un bus y es la presencia de barristas, especialmente los domingos que son los días de mayor convocatoria futbolística. Puertas abiertas, destrozos, intentos de asaltos los he visto con mis propios ojos. Sin embargo ayer sencillamente fue el colmo.
Evitando plaza italia por los posibles desmanes de un clásico, tomamos con mi sobrino un bus hacia la Estación Mapocho y observamos que tres barristas se habían subido. Como no gritaron y no estaban borrachos pensamos que podríamos librarnos de un mal rato, lo que fue una apreciación errada.
Cuando el bus paró en el semáforo de Recoleta nos dimos cuenta que de otro bus bajaban a lo menos 30 barristas del otro equipo. Los acontecimientos ocurrieron entonces demasiado rápido. Por una estupidez del chofer, sencillamente no vio la turba y abrió la puerta, lo que implicó que identificados los tres barristas se subiera un grupo de 20 personas a golpearlos mientras el resto mirábamos atónitos, sin poder hacer nada. No solo los golpearon sino que aprovecharon de robarles todo los que pudieron e incluso miraron al resto de los pasajeros por si se podían llevar algo. El chofer siguió impávido y cuando le pedimos que se alejara dijo que estaba en rojo y que teníamos que esperar. Plop.... no se supone que eran choferes capacitados. ¿Nadie les explicó que hacer en estos casos? ¿nadie le dijo que tenía que proteger a la máquina de piedradas y a los pasajeros?
El mal rato de una salida dominical no se arregla desde un Ministerio, porque es un tema social y ahí nadie entiende que al parecer los contratos sociales caducaron. Y está claro que los tres barristas agredidos, en la revancha de una próxima oportunidad serán los agresores, de eso no me queda la menor duda.