jueves, junio 27, 2019

El amor no es suficiente



Hace años que no escuchaba la frase el título de este post. La dije varias veces en un periodo de mi vida y en una perfecta sincronía aparece nuevamente en medio de la película El dolor y la gloria de Pedro Almodóvar.
No es mi idea hablar de Almodóvar o de mi por separado, sino más bien la conjunción de ambos. Aunque nos separan generacionalmente un par de décadas, no es menos cierto que he vivenciado y disfrutado sus películas en todos estos años y han tenido distinta resonancia en mi propio proceso de vida. Desde La ley del deseo en mi adolescencia a esta madura obra estrenada este año de 2019, con un Antonio Banderas mayor, lleno de achaques, con la pérdida reciente de su madre, la soledad y la desesperanza de abandonar lo que siempre ha hecho por motivos de salud.
Debo reconocer que me emocionó profundamente y me sentí muy identificado en varias partes de la película, porque claro la magia del cine comprime esos procesos de redención y perdón con el pasado que en el mundo común podrían tardar años o nunca llegar.
Y eso es lo que más me dejó perplejo del personaje principal de Salvador, que en su soledad y desesperanza está muy abierto al perdón y a recibir con los brazos abiertos a quienes lo dañaron o se distanciaron de él hace muchos años, haciendo fluir ese relato de reconciliación y cierre con el pasado. Ya no hay tacones y locuras en la edad mayor nos sugiere Almodóvar, si unas pequeñas erecciones y un pasado candente de pasión.
Nada mejor que interrumpir un jueves de inverno para ver esta obra, tan en concordancia a mis sentimientos actuales, que salí rápidamente del cine a disfrutar esas emociones y que lamentablemente evidencié tan lejanas a la programación de @amorfestival, con un público que esperaba y me pareció demasiado combativo para la sintonía en que me encontraba yo. 

sábado, junio 08, 2019

Sueño impertinente


Ahora que Blogger ya ni aparece en los buscadores y que se suponía estos blog estaban destinados a desaparecer, dentro de mi porfía vuelvo a usar este espacio fantasmal como un confesionario.

Viajé muy lejos buscando un contacto en los sueños con mi madre fallecida. Sin embargo no sucedió nada de eso, sino que en los sueños apareció impertinentemente un recuerdo amoroso muy, pero muy antiguo y que se suponía extinguido del todo. Como la ceniza de un volcán que hizo su daño hace tanto, este recuerdo solo generó más confusión al periodo que estoy viviendo y que es muy difícil comentárselo a alguien en alguna conversación informal. Así que lo lanzo como una botella para tratar de entender cómo se supone esto me ayuda para prepararme para esta nueva etapa en mi vida.