sábado, marzo 29, 2008

Pecados capitales: envidia


No era una persona que sintiera envidia de los que me rodean, al menos eso pensaba, pero desde un tiempo vengo teniendo unos síntomas, los que se han hecho muy patentes últimamente. Finalmente terminé de darme cuenta cuando hablé con alguien de ello. Y así simplemente, le dije que lo envidiaba por un proyecto que él pensaba realizar y que de alguna forma mínima me involucraba a mi, sino más bien me excluía.

Hace un par de semanas vi en mi feria a una persona que no lo veía por años; la última vez lo avisté en la calle tan lúcido que si le decía que era el Papa, me besaba la mano..... y ahí estaba paseando a su mujer y a su hijo.... y me molesté mucho, y apenas lo saludé, sin saber que lo que me ocurría era un ataque de envidia.
Y así puedo seguir enumerando mis últimas envidias, generalmente asociadas a personas que han sido mis amigas o conocidas y que se emparejan, tienen hijos o sencillamente se despegan un poco de la tierra. Y me enrostran sus triunfos y yo no siento que pueda tener el equivalente para mostrar. Quizás vea las cosas torpemente, pero el resultado ya es patente.
Según los entendidos en esto de los pecados, hay dos posibilidades de envidiar..... por poseer y por prestigio. Yo le agregaría una tercera opción "envidiar por no poseer", en el sentido de que no me interesa el bien o el éxito de la otra persona, sino no poder poseer un bien o éxito equivalente para mi mismo. Yo no podría ser como el Rey David, que mandó a matar al marido de Betsabé para poseerla libremente; más bien envidiaria al marido porque yo no poseo una mujer así.

Cinematográficamente se me vienen a la mente una película titulada Prick up Yours Ears, traducida en Chile como Susurros en tus oidos (y pésimamente traducida en español como Abrete de Orejas), dirigida por Stephen Frears y actuada por un joven Gary Oldman. Y derrepente me sentí como ese maduro señor culto que le enseña de literatura a ese joven inexperto, el que se hace muy famoso, opacando aún más la decandencia del señor, hasta no poder más con la envidia y terminar asesinándolo a martillazos. EL cine tiende a aumentar las emociones y sentimientos para que queden plasmados con esa fuerza.
Como soy conciente de mi nueva condición, me dedicaré a observarme. Ya habrá noticias sobre mis avances. Un tema queda pendiente.