domingo, julio 15, 2007

Far away on the road


A veces nos sentimos interpelados a huir, por algún motivo creemos que la distancia y el decir adiós a todo puede hacer la diferencia en nuestros sentimientos y especialmente en nuestro ahogo.
Y salí huyendo de mi y de mis circunstancias, como lo llevo haciendo por años; con la contemplación y la reflexión de que en otros contextos soy otra persona y que sin nadie que me conozca es como partir de cero.
Sin embargo, en esta huída no me encontré sólo, sino que la vida cruzó por mi camino a una mujer que estaba haciendo lo mismo.... Nos encontramos en un pueblo en medio de la nada, esperando todo el tiempo necesario la incierta micro que nos sacaría de ese paraíso inaccesible.
Ella tenía un pasado, que no caía en entender y sus mochilas eran muchísimo más pesadas que las que yo reconozco, fundamentalmente porque en su vida hay varias personas que dependen de sus acciones y ella las envuelve con una soltura admirable.
Fuimos dos fugados con caminos distintos y probablemente con desenlaces diferentes.
Al final me contó toda su historia, sabiendo ambos que no nos volveríamos a ver nunca más, me pidió mi consejo de hombre sobre volver con su marido. ¿Cómo es posible que una mujer con 8 meses de gestación se haga esas preguntas? ¿Acaso como ella misma dijo, la vida no le dará otra oportunidad, a pesar de todo lo vivido?
En mi silencio trato de reflexionar sobre su valentía o cobardía, y siendo que no lo leí de ningún períodico, sino que se manisfestó frente a mis ojos, asumí que nuevamente sería yo el que pusiera el hombro, pero trato de robar alguna lección de esto.
Hoy escribía sobre ciertas incapacidades y veo que todo se relativiza cuando se trata de buscar una nueva oportunidad. El resultado del viaje ya se cumplió, vuelvo a casa como siempre.