domingo, noviembre 15, 2009

Last breath


Hace poco pusieron en cartelera (y al parecer por poco tiempo) la película Breath (Aliento) del cineasta sur coreano Kim Ki-Duk. Leyendo la prensa me dí cuenta que hicieron un pre-estreno en enero de este año y las críticas dijeron que era claramente lo más débil que se le había visto a este director.
A pesar de todo esto me decidí ir con Jorge al Cine Hoyts de La Reina, aprovechando de que él no conocía al director y tendría una visión distinta para los lapidarios comentarios que había leído.
Tengo que reconocer que cuando me gusta un director de cine, o un escritor, trato de ver o leer todo lo que hayan hecho, indistintamente si tenga o no calidad... seguramente como todas las cosas, habrán obras que me dejen maravillado, pero las otras las tomo como complementarias a las anteriores. En el fondo un director de cine arte no es una película, sino la suma y la complementación de los mundos que nos entrega.
Y claro que funcionó desde esta perspectiva la película. Una fuerte evocación a las estaciones de "Primavera, Verano, Otoñó, Invierno y otra vez Primavera", que es lejos la mejor fotografía que jamás antes vi en el cine, pero con la diferencia que esta vez las estaciones significaban el recordar de la protagonista y para el sólo indicaban el tiempo que le restaba por vivir. Una loca historia, donde no vale la pena intentar explicar porque una mujer acomodada visita a un condenado a muerte, sino lo que ocurre a partir de este hecho inexplicable.
El aliento, de él, cercano a su último tiempo, donde lo único que tiene para recibir es el cariño de uno de sus compañeros de celda; y el aliento de ella, sabiendo que su relación matrimonial está a punto de sucumbir. Ella claramente se interna en estas lides sabiendo que no tiene nada que perder y él sorprendido acepta este último aliento vivificador, sin más que dejar fluir sus instintos más básicos, aceptados por ese personaje que vigila a través de la cámara, todo el tiempo, diciendo casi a gritos que es el destino que a veces nos es propicio o negativo.
Y el amor a un condenado no es gratuito, eso lo entienden ella y su compañero de celda; la primera no lo amará jamás, sólo le hará conciente de esa experiencia del límite entre la vida y la muerte, sin embargo ella re-interpretará su vida. Pero su compañero, que insistentemente sufre de amor, buscará también cerrar de la forma más tremenda ese rechazo constante.
En definitiva, como dijo Jorge "de menos a más", una historia y una visual que nos entretetuvo, hizo reir y reflexionar todo el viaje del metro de vuelta. Kim Ki-Duk, me sigo declarando incondicional.