Hay un video de Lucybell llamado Luces no bélicas, que en su versión original muestra a Santiago en los instantes previos al amanecer. Esta ciudad en esos instantes me parece alucinante y esa mutación que sufre en los colores, el tipo de gente y la atmósfera es para apreciarlo.
Hoy caminé por Santiago nocturno, excepcionalmente con un desconocido, que le aportó intensidad y efectos a esa noche. Si bien no habían códigos comunicacionales fáciles de utilizar, habían ganas de estar ahí, en ese crepúsculo de la noche que se negaba a abandonarnos. Una voz sonora, olores retenidos y propulsión de recuerdos se concentraron al son de una canción de Sabina en mi cabeza.
Hablando del mundo de los instintos animales, me descubro que los tengo bien controlados, y quizás disfrute de su retardo al máximo, situación al menos para reflexionarla en sus motivos basales. Una mirada fresca, que agradezco como siempre a la vida.
Y como le comenté, la figura poética hubiese sido fue succionado por el metro en su primer recorrido, aunque la verdad fue arrebatado por la modernidad del transantiago, con tarjeta bip y todo en un recorrido troncal principal.
No quise que la noche terminara ahí y caminé hasta que el negro de la noche se fue conviertiendo en un azul oscurso al comienzo, para terminar en los tonos más claros y conocidos del día.
Mis vacaciones llegan a su fin y este fue un buen regalo de término de actividades no laborales.
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