jueves, junio 26, 2008

Borderline

Según Wikipedia Borderline significa "un trastorno de la personalidad que se caracteriza primariamente por disregulación emocional, pensamiento extremadamente polarizado y relaciones interpersonales caóticas. El perfil global del trastorno también incluye típicamente una inestabilidad generalizada del estado de ánimo, de la autoimagen y de la conducta, así como del sentido de identidad, que puede llevar a periodos de disociación. "
Esa definición me parece muy apropiada para caracterizar en una sola palabra la película que vi anoche. Se llama El Pejesapo, dirigida por el chileno José Luis Sepúlveda. Ridículamente La Tercera dice que plantea el tema de la discriminación, yo diría que bastante lejano a lo que vi en pantalla. Lo que plantea es el mundo de los borderline, personajes que viven en la sociedad (todavía no están fuera, agonizando talvez de ella) esperando que el encuentro con el hoy sea algo distinto a su caótica realidad. Personas que no tienen nada que perder, por lo que cuando te cruzas en la vida con ellos, si no logras darte cuenta quienes son, estás perdido. Una perdición contagiada y contagiosa.
Viendo la cinta, me di cuenta lo bordeline que he sido y todo esos personajes raritos que se han aparecido y desaparecido este tiempo. Y eso no me dejó indiferente.
Una película freak e irrepetible, mal grabada, pero con la suficiente intensidad y carga visual para que se le justifiquen sus imperfecciones. Unos actores no estereotipados, sino más bien bordelines de tomo y lomo, actuando como ellos mismos en un lenguaje limitado por capacidad mental y no por pseudolenguajes locales.
Cuando el protagonista dice "el canal no me quizo y me echo pa fuera" y al rato lo ves intentando vender piedras del río, te das cuenta que está ahí esperando un otro donde actuar. No hablaría de decadencia, sólo un relato crudo que me evocó la antigua obra de Griffero "Extasis, o la senda de la santidad", con la diferencia de que el pejesapo era un ser fundamentalmente sexual que no busca ningún tipo de redención.

1 comentario:

Luís Sánchez Toro dijo...

Sin lugar a dudas una cinta de esta índole jamás, por respeto a su público, podría establecer una estética cuidada y refinada, aquello sería un acto tan grosero como la peor de las violaciones intelectuales. Debe ser porque la estética habla demasiado, y como dice Greenaway: los cineastas dejaron de hacer cine por concentrarse en el guión de manera obsesiva, perdieron de manera progresiva la textualidad de la imagen. Alabadas sean esas cámaras en mano, que recorren como pasajes oníricos y/o narcóticos el texto del borde, donde lejos de reducirse la voz del padre, la ausencia de su efigie es reclamada y manifestada por la falta. La falta, la amputación, reclama el miembro o extremidad carenciada, pero el borde es crudo no sólo por la falta o resistencia a la voz del otro- el presumido, vanidoso y glorioso realce obsceno de la falta-, sino porque suscita la cercanía más próxima a lo Real -entendida como el desierto del sentido y las metáforas- el lugar más próximo a desaparecer subjetivamente. El borde podría ser el fin de lo real, entendiéndola como paraje simbólico, y el lapso a la heterotopía –el averno, los monstruos, la corte de los milagros-, pero en ese juego de salir e ingresar algo fundamental se descoloca, lo cual podría ser la base de la identidad. Sólo he visto el trailer y leído algunos comentarios de esta película, esta semana de libertad me permitirá verla… la mirada se desdibuja y lo revelado se vuelve repulsivo, siempre será así. Faltando a la ley de Barthes, para mí el horror podría originar lo horrible y eso ya posee una carga emotiva, ese horror es el mundo tras los jardines del edén –jugando con la imagen bíblica, irónicamente por supuesto-.
Saludos cordiales.
Luís.